sábado, julio 12, 2008

Máquinas y Almas

Una gota de textura parecida al mercurio cae desde un fino grifo suspendido en el aire. Y luego otra gota. Y luego otra. Y luego otra. Estallan sobre el mismo centro del cráneo de una figura humana en pie. En ese espacio físico y mental del cerebro. Desde ahí, el fluido se esparce como el agua por el resto del cuerpo, añadiendo forma, constituyéndolo. De repente, la cabeza empieza a desestructurarse, el agua se desliza a mucha más velocidad, y el busto completo se desprende sin caer, en el noble arte de morir desapareciendo. El goteo ha dejado un cuerpo sin cabeza. Un cuerpo en comunión con la explosión de su norte. Pero el goteo continúa. Y, poco a poco, se forman otra vez el cuello, la barbilla, los pómulos, y el cenit, constantemente alimentado. Si mi alma pudiera separarse de esa máquina, si pudiera controlar el efecto hipnótico de la belleza de esa creación magnética, quizá, y sólo quizá, dejaría de mirar.


Los ferrofluidos, las transferencias acústicas, las relaciones aeroespaciales, la robótica, y la web social replican nuestras emociones hasta transportarnos a mundos de un sugerente misterio. Es la imagen pura y dura de nosotros mismos reflejados en formas que aseguran ser nuestros espejos. La joven japonesa Sachiko Kodama combinó su licenciatura en Física y su doctorado en Informática y Holografía, con un Master en Arte y Diseño. Theo Jansen dejó sus estudios de Física para dedicarse a la pintura. Siempre llama “animales” a sus construcciones. Son sus criaturas. Fósiles de dinosaurios del futuro que, para moverse, no necesitan más que el viento. El artista sonoro Ben Rubin y el reputado estadista Mark Hansen trabajan juntos para investigar sobre la omnipresencia del código informático en los mensajes de internet, en los textos de nuestras conversaciones. Si pueden, no dejen de comprobarlo y experimentarlo en la exhibición “Máquinas y Almas”, que el Museo Reina Sofía de Madrid (calle Santa Isabel, número 52) les ofrece hasta el día 13 de octubre. Usted será el espectador único de su propia lectura.


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