Albert Solé, director de "Bucarest, la memoria perdida": "Esta película es mi experiencia de vida"
Se estrenó primero en los cines de Barcelona y ahora ha llegado a Madrid. La película documental “Bucarest, la memoria perdida” es una reflexión sobre la política, la memoria, la familia, y la vida.
Es muy difícil hacer una película documental, requiere mucho esfuerzo y dedicación; es más difícil aún si esta película es sobre tu propio padre; debe de ser más difícil todavía si este padre es toda una personalidad en la historia y en la política de un país; e imagínense si además esta persona sufre una enfermedad como el alzhéimer, que borra todo tipo de memoria.
Texto de la película: “Durante años intentamos evitar la palabra maldita, Alzhéimer. Nos costó entender las señales de alarma. Los recuerdos de mi padre se desvanecen. Y con ellos, las respuestas a tantas incógnitas sobre los orígenes. Los suyos, y los míos”.
Habla el director de la película, Albert Solé: “Si alguna vez he tenido la sensación de que tenía que hacer algo, de que lo iba a hacer, sí o sí, ha sido esta vez. Yo soy muy de corazonadas, y cuando me cuadraron todos los elementos que necesitaba en mi cabeza para decir ‘ahora es el momento’, entonces ya no tuve ninguna duda. Era un proceso que tenía que hacerse y, además, dejé de hacer cualquier otro trabajo para eso. El último año de mi vida lo he dedicado en cuerpo y alma a eso. Pedí un crédito para poder financiarme y poder comer, y en ningún momento tuve la más mínima duda. En el momento que supimos que mi padre tenía la enfermedad, necesitamos un tiempo para asimilar, para entender lo que significaba, en términos de organización de tiempo y, sobre todo, de emociones, y luego un día me di cuenta de que mi padre ya no reconocía a mi hija, a su nieta, y ese día dije: ‘Ahora’”.
El protagonista de “Bucarest, la memoria perdida” es Jordi Solé Tura, padre del director, y de algún que otro hijo legítimo más...
Texto de la película: Albert Solé: “Mi padre se estrenó como parlamentario, un nuevo oficio que prácticamente no abandonaría durante treinta años. [...]. Un día, a Jordi le encargaron una misión muy especial: Ser uno de los siete redactores de la Carta Magna de la nueva democracia. Tardé un tiempo en acostumbrarme a tener una nueva hermana, que se llamaba Constitución Española”.
Albert Solé: “Es una hermana incómoda porque hablan mucho de ella en la prensa, y hay mucha gente que intenta atribuirse la paternidad. Pero bueno, me llevo bien. Yo nunca he querido profundizar mucho en el conocimiento de la Constitución porque la he tenido tan cerca que creo que pasa como en casa del herrero, como el hijo de un médico o el hijo de un arquitecto, que sabe tanto de eso, inconscientemente, que luego cuando es consciente tampoco quiere entrar demasiado”.
Pero el director también es un protagonista de la película. Si se trata de retratar una vida sin memoria, él también nació en una ciudad que ni siquiera recuerda.
Texto de la película: Albert Solé: “Una de las palabras de mi infancia es clandestinidad. De pequeño siempre creí que era francés. Un día, a los 6 años, me explicaron que en realidad yo era húngaro. A partir de entonces mi héroe fue Kubala, y empecé a coleccionar sellos de la Magyar Posta. Creo que durante un par de años me sentí realmente húngaro. Un día mis padres me volvieron a cambiar el guión. Tenía 9 años. La verdad, me dijeron, es que no había nacido en Hungría. Empezaba a desconfiar de ese nuevo giro en mi historia. Me estaban volviendo loco. ¿Dónde había nacido yo realmente? ¿Por qué tanto misterio?”.
Sus padres le cambiaban una y otra vez el guión de su vida. La vida de su padre es casi como un thriller. Y el director también es como si hubiera vivido en una película, o en un cómic, como si todo fuera demasiado intenso y peligroso para ser realidad.
Albert Solé: “Bueno, cuando uno es pequeño nunca tiene esa conciencia de sus propias experiencias, e inclusive gente que ha tenido experiencias muy atípicas, como un poco la mía, en aquel momento se vive con una normalidad absoluta. Sí que ya cuando eres mayor y de pronto intentas explicar tu vida, tu infancia, a gente... Pues eso me pasó, estaba yo un día trabajando, haciendo una serie de documentales, y me acuerdo que con unas compañeras empezamos a explicarnos nuestras infancias y vi que cuando yo les explicaba la mía se miraban de reojo como diciendo: ‘Este tío nos está vendiendo una moto’. Entonces entendí que mi infancia había sido mucho más atípica de lo que yo mismo tenía conciencia”.
La película es una reivindicación de la figura de Jordi Solé Tura, y muestra a un autodidacta que se licenció en Derecho y obtuvo el premio extraordinario de su carrera. Muy pronto le nombraron profesor adjunto. Y más pronto aún se unió al Partido Comunista en la Universidad de Barcelona.
Texto de la película: Albert Solé: “En aquellos tiempos, meterse en política, sobre todo si eras comunista, era meterse en líos muy serios. Las cédulas del Partido iban cayendo y las consecuencias eran muy duras. Mi padre estaba en la cédula de intelectuales. La misión era intentar dar forma a las acciones de propaganda y de movilización que ordenaba el Partido desde el exilio. Una de las vías de comunicación era Radio España Independiente, La Pirenáica, la emisora clandestina que llevaba de cabeza al Régimen: ‘Actualidades españolas, el llamamiento convocando a la Huelga Nacional Pacífica de 24 horas, para el jueves próximo, 18 de junio (1959), se ha extendido por el país con la rapidez del rayo’”.
Precisamente, ‘La Pirenáica’ es otro de los protagonistas del documental, una radio que a su vez era un escondrijo porque el director de la película, al querer ir a visitarla, tiene que seguir vagas indagaciones de los que fueron sus trabajadores. ¿A qué era debida esta confusión? Pues a que los trasladaba un enigmático coche negro que les desubicaba por completo.
Santiago Carrillo habla así en la película: "Mucha gente se creía de verdad que estaba en los Pirineos, pero donde estaba era en Bucarest, y los que trabajaban allí tenían que vivir un poco de manera que no se notara que no estaban en los Pirineos”.
Nuestro protagonista, Jordi Solé Tura, con su pseudónimo de Josep Oriol, fue voz de ‘La Pirenáica’, como muchos recordarán, la única emisora antifranquista que se podía escuchar en España. Pero muy pronto el Gobierno encargó interferir su señal.
Habla en la película Manuel Fraga: “Así me ahorré montar una radio que la contestara, ¿no? Ya sabía que Radio Pirenáica estaba para incordiar, por qué ocultarlo. Y, naturalmente, pues me alegré mucho cuando desapareció. La gente llegó un momento que buscaba allí noticias que en España no se publicaban, pero una vez que yo abría la mano, pues claro..., ya no había nada que hacer, dicho sea de paso”.
“Bucarest, la memoria perdida” es una película en la que política y familia se mezclan a cada paso y a cada fotograma. Una película que sólo puede hacer Albert Solé.
Texto de la película: Albert Solé: “En España asesinaban al Presidente Carrero Blanco, mientras el mundo se estremecía entre revoluciones y golpes de Estado. Me cuesta entender por qué la memoria familiar se obstina tanto en desaparecer. Esta vez le ha tocado a mi madre, la única guardiana intacta de los recuerdos de mi infancia. El infarto cerebral llegó sin avisar una noche, durante el proceso de rodaje de este documental. [...]. Otra vez los neurólogos intentando explicarme con maquetas cómo funciona esa masa viscosa llena de emociones y recuerdos”.
Y, para contarlo, desde luego Albert Solé tiene un acceso privilegiado. En su película aparecen numerosos testimonios, y eso que sólo les vamos a decir algunos nombres: Además de Manuel Fraga y Santiago Carrillo, aparecen en la película el escritor Jorge Semprún, el pintor Antoni Tápies, el expreso político Miguel Núñez, la locutora de ‘La Pirenáica’ Victoria Pujolar, el expresidente de la Generalitat de Catalunya Jordi Pujol, y también la familia del director, que ha abierto mente y corazones para hablar de Jordi Solé Tura.
Texto de la película: Albert Solé: “Ésta es mi madre, Anni. Ella también nació en el exilio de los antifranquistas, como yo. Nadie conoce mejor las penurias de la Guerra Civil que Lola, su madre. Aquí la tenemos en sus ejercicios diarios de memoria. Su palabra más importante es ‘la retirada’. Salió de España en el 39 con las últimas tropas republicanas. La otra palabra es ‘el Partido’, al que se entregó con fe ciega durante los casi 30 años que pasó en Francia”.
Albert Solé: “Primero, no quería hacer un documental hagiográfico, yo quería encontrar a gente que fuera crítica con mi padre, porque tuvo muchos detractores en su momento, y ahora, claro, es fácil, cuando uno está enfermo o cuando uno ha muerto todo el mundo te habla maravillas, y en su momento las luchas fueron muy duras, las críticas fueron muy duras. Entonces yo quería gente que también le diera caña a mi padre, y en ese sentido Manuel Fraga o Jordi Pujol son algunos de ellos. Siempre desde la educación y el respeto que había, pero obviamente quería una posición más crítica. Luego, en cuanto a los personajes que estuve buscando, realmente que no entraran en el documental estuvo Felipe González, pero es el que ha presentado la película, con lo cual, de alguna forma, el compromiso de Felipe también es sólido con este proyecto. Él no pudo, en su momento, por problemas de agenda. Y los demás todos han querido participar”.
La película habla de la izquierda política con la ilusión que despertó, como en el momento de la creación del Sindicato Democrático de Estudiantes, pero no obvia los problemas internos, ni las decepciones. A pesar de que el director vivió los acontecimientos muy desde dentro, no le falta distancia, ni mirada crítica.
Albert Solé: “Sí, claro, cualquier película, cualquier obra de creación es una selección aleatoria de momentos y de secuencias. Aquí no he tenido demasiadas dudas, fíjate. Sí que, obviamente, he discriminado muchísimas experiencias, muchísimos capítulos, pero el gran reto, que era encontrar el tono, encontrar, como tú dices, la distancia suficiente, eso no me planteó muchas dudas, porque yo creo que yo soy así, y si una virtud tiene esta película es que me refleja bastante bien. Quienes me conocen dicen que suelo mostrar una emoción contenida, no soy una persona de grandes demostraciones emocionales. Y la película me refleja bastante bien”.
“Bucarest, la memoria perdida” es una mirada honesta, cariñosa y melancólica hacia las etapas de la vida que se van dejando atrás, hacia la política, y hacia la familia, ante la impotencia de conservar las cosas importantes o transformarlas, de alguna manera, en imperecederas. Y, por supuesto, “Bucarest, la memoria perdida” no hace sólo un recorrido de la trayectoria de la izquierda en España, sino que es además la constatación de una enfermedad.
Texto de la película: “-Hola... ¿Qué digo aquí? –Amor. -¿Amor? –Amor mío. -¿Eh? –Hola, amor mío. -¿Amor mío? –Sí”.
Es, también, un homenaje al director Joaquín Jordá.
Albert Solé: “Claro, claro. Joaquín Jordá... Tengo que contar que Joaquín Jordá era una persona importante en mi infancia. Fue compañero de militancia de mi padre. Y tengo que contar otra cosa, y es que yo le quería entrevistar y se murió una semana antes de la fecha que habíamos acordado para la entrevista. Ya estaba muy enfermo. Entonces, efectivamente, la secuencia del laberinto es un homenaje a ‘Monos como Becky’, y aparte es que mi vinculación con Joaquín Jordá viene por varios lados, la personal, y luego la admiración y el respeto que le tengo como un poco padre del invento del documental creativo en Cataluña y en general en España, uno de los padres, hay muchos, pero éste es uno de los significados”.
Y es, por último, el testigo para las siguientes generaciones, no de un político que forma parte de una dinastía, pero sí de un documentalista, a fin de cuentas, de un revolucionario.
Albert Solé: “Cualquier acto de creación y cualquier acto de comunicación, como es un documental, pues tiene una cierta lectura política y más cuando vienes, como tú dices, de una dinastía de políticos, porque ya no sólo mi padre, sino que mi prima en estos momentos es la Consejera de Justicia de la Generalitat de Catalunya, hay varios diputados en mi familia, o sea que realmente la línea viene de lejos. Yo nunca me he planteado hacer política porque justamente es lo que te decía antes, en casa del herrero... Yo creo que lo he vivido demasiado de cerca, y sé demasiado de política, y entonces no era ningún reto, es algo que nunca me he planteado. Pero, bueno, el documental, en este caso, no es tanto una forma de hacer política, pero sí de reivindicar la memoria de los políticos. Siempre he ido contra corriente porque de pequeño era clandestino, éramos comunistas cuando no se podía decir y por lo tanto siempre estaba inventando respuestas falsas cuando me preguntaban mis amigos, y cuando fui adolescente, pillé la época de ‘la movida’ y la época de la antipolítica, en la cual tampoco podía decir que era hijo de político porque quedaba fatal, en aquel momento lo que estaba de moda, como sigue estando ahora, es denostar a los políticos y acusarlos de todo tipo de maldades. Y yo siempre he dicho: ‘Bueno, habrá algunos políticos que sí, que serán malos, como hay algunos médicos que son malos, como hay algunos arquitectos que son malos, habrá algunos corruptos como hay médicos y arquitectos y otras profesiones..., y muchos periodistas, y muchos documentalistas, que es gente mala y que es corrupta, etcétera, y hay gente muy buena. Y en este documental yo pretendo reivindicar esa memoria. Es mi experiencia de vida, he estado siempre rodeado de gente muy honesta, de gente que se lo ha creído, de gente que se ha dejado cárcel, vidas, por sus ideales políticos, y yo los reivindico”.
Informe, pregunte, comente.
4 comentarios:
Bona tarda Albert, un grup d'ex alumnes del teu pare voldriem posar-nos en contacte amb tu.
Ana Maria
De Anónimo, A las 5:12 p. m.
Albert comenta que os podéis poner en contacto con él con esta dirección: alberts@periodistes.org.
De Mónica Savirón Cuartango, A las 8:35 p. m.
no es històricament objetiu i si no que li preguntin a la Victòria.
De Anónimo, A las 8:42 a. m.
Gracias Albert por enseñar, refrescar, compartir por tu trabajo, por tu trabajo. Gracias. Un diez, un diez.
De AnnitaLapi, A las 12:45 a. m.
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