"Al principio de todos los principios, en el origen de los orígenes,
no había nada.
Entonces, de repente...
Todas las historias tienen un comienzo".
Génesis.
En los últimos años se han realizado varias superproducciones cinematográficas sobre la naturaleza. Las más destacadas fueron Nómadas del viento y Deep Blue. En Microcosmos, la primera película de los franceses Claude Nuridsany y Marie Pérennou, el alarde técnico para hacer gigantescos a los insectos que habitaban en un pequeño jardín deslumbró al público. Y ahora llega Génesis, que no es para menos: Está rodada con tres cámaras de 35 milímetros para captar cada detalle de la fisonomía animal, e incluso se perfeccionaron las técnicas endoscópicas para captar el desarrollo de la gestación de varios animales aún dentro del útero o del caparazón de su huevo.
Claude Nuridsany: "Estas cámaras son más pesadas y nos creaban más dificultades, pero para nosotros siguen dando, de momento, las mejores imágenes que queremos para nuestras películas. Somos nuestros propios cameraman, y hemos modificado muchos accesorios en los equipos para adaptarlos a lo que queríamos rodar. Todo el engranaje lo movemos con un sofisticado sistema informático, con mandos, para hacer cualquier movimiento de cámara común en el cine, ya que lo que rodamos normalmente es bastante pequeño".
Si no ha visto Microcosmos no se preocupe porque Génesis no es una segunda parte, aunque la naturaleza sea el centro de atención de las dos películas.
Claude Nuridsany: "Después de Microcosmos no tuvimos la idea de seguir con otra película sobre el mismo tema. Lo que queríamos era buscar una manera de continuar con esta mezcla maravillosa de lo que es la vida, esta mezcla de búsqueda y de encuentro, con la ayuda de los animales, cuyas vidas nos siguen fascinando, y también, sobre todo, lo que es muy interesante para nosotros, integrando en nuestro ejercicio cinematográfico la presencia del hombre".
Génesis está concebido como una fábula en la que se muestra al espectador toda la vida, en apariencia oculta, que hay a su alrededor. Y este cuento se narra con la ayuda de efectos visuales y musicales, con magia, metáforas, y paralelismos con la forma de vida animal, de la mano de un sabio narrador.
Claude Nuridsany: "El personaje del griot africano lo hemos pensado bastante para el desarrollo de la película y convenimos que se viera en pantalla. Este cuentacuentos es una especie de hermano que se pregunta como nosotros qué es esto de la vida. Y, al mismo tiempo, lo que cuenta no es exactamente un cuento africano, lo que cuenta es más o menos lo que cada uno podríamos entender hoy sobre cuál es el origen del universo, cuál es el origen de la vida, cuál es el origen de los animales. Hoy en día son los científicos los que nos informan sobre estos orígenes. Pero todo lo que nos cuentan los científicos va en paralelo con los mitos fundadores de todas las sociedades. El hombre moderno, contemporáneo, forja una idea de lo que es el universo a partir de esas aportaciones científicas, igual que antes eso se hacía a partir de cuentos y de otros mitos. ¿Por qué entonces un cuentacuentos africano? Por una parte porque África sigue siendo un sitio donde la tradición oral es muy importante y está vigente, y por otro lado porque África es, sin lugar a dudas, la cuna de la humanidad. Génesis no es una película total y completamente científica, pero esperamos que sea exacta científicamente. Y a partir de esa visión del universo se abre el camino para que cada uno desarrolle sus propias visiones. Nosotros hemos querido ser humildes con nuestros procedimientos, e incluso utilizar cierto sentido del humor, pero si hay algún mensaje en la película, es el de hacer que el espectador piense que tenemos vínculos parentales, de familia, no solamente con los animales, sino también con la materia, con las estrellas, y proponer una visión reconfortante en la que el hombre no se vea huérfano, sino todo lo contrario, vinculado profundamente con el resto del cosmos".
La música de Génesis forma parte del argumento de la película y crea un juego de contrastes con las imágenes. Su autor es, nada menos, que el compositor de la exitosa banda sonora de Los chicos del coro, el francés Bruno Coulais, que también introduce algún que otro coro infantil en esta ocasión.
Marie Pérennou: "Es cierto que la música desempeña un papel importante en nuestra película. Génesis no es un documental sobre animales, sobre naturaleza, es una especie de ficción, como un "cuento natural", pero también un cuento musical. La música forma parte integral de la película, como las imágenes, como la estructura narrativa. Conocíamos a Bruno Coulais porque había hecho la música de Microcosmos y nos habíamos hecho amigos. Para nosotros era natural que fuese él quien compusiese la música de Génesis. Teníamos una gran complicidad desde el punto de vista humano y del trabajo. Durante el rodaje nos hizo una visita en nuestra casa en Francia y cuando terminamos el rodaje vino otra vez y durante 15 días vio todo el copión. A partir de ahí hablamos mucho del espíritu de la película, del cuento, del ogro y las secuencias fantásticas. Hablamos de un tipo de música que no respetase al pie de la letra un realismo a ultranza, porque Génesis no es una película realista. Hablamos de qué instrumentos podían ir bien para cada secuencia. A partir de nuestras sugerencias, él nos iba haciendo proposiciones, en muchos casos, con ideas que no habíamos pensado para nada, porque él tiene una imaginación portentosa. Ha sido un gran placer trabajar con él, por quien es y por sus condiciones, ya que en Francia el compositor interviene al final, cuando se ha terminado el montaje, y generalmente tiene poco tiempo, tres semanas para hacer toda la música, y en esas condiciones puede ser muy difícil e incómodo trabajar. Ahí hemos tenido la gran suerte de que Bruno trabajase mucho tiempo, seis meses, a medida que la película avanzaba. Y para cada secuencia, a veces hacía hasta tres versiones musicales distintas. Respecto a las voces de niños, yo creo que los recuerdos de la infancia cuentan mucho en la vida de las personas, y por eso intentamos incluir siempre esa noción en nuestras películas".
Los directores han rodado en Islandia las secuencias que representan el principio del mundo; en las islas Galápago las secuencias con iguanas; en Madagascar los camaleones, cangrejos, peces "andantes" y pez pescador (sí, sí, andante y pescador, ya lo verán); y luego en su casa al sur de Francia, donde tienen un estudio en el que se captaron las imágenes que no se podían rodar de otra manera, como la representación del Big-Bang con polvos de cristal, y todo lo que tenía que ver con la materia. Además, como es lógico, rodar con animales no fue nada fácil.
Claude Nuridsany: "Acostumbrado como estoy a trabajar con actores especiales, que son los animales, porque esos son actores que dirigen al realizador, y no al revés, puedo decir que ellos hacen lo que les da la gana. Por esta particularidad hemos tardado tres años en el rodaje, y a partir de ahí, ocho meses con el montaje y las mezclas, sin hablar de la escritura del guión, localizaciones, y todo eso. Para esta película hemos escrito el guión antes, secuencia por secuencia y personaje por personaje. Estaba previsto, dentro de esta escritura, el baile entre los cangrejos. Pensábamos, a priori, que no íbamos a tener grandes dificultades para rodarla, pero hemos aprendido, como en todo en la vida, que los animales no se enamoran así tan fácilmente, porque sí, como todas las especies. Y hemos tardado dos meses antes de poder rodar esta danza porque los protagonistas no querían enamorarse..., y había que esperar a que la cosa se desarrollara. Y de repente empezaron a ruborizarse, a ponerse colorados, porque cuando se enamoran, ocurre eso de verdad, y lo vimos. Empezaron a 'valsear', a realizar ese extraño baile que tienen entre ellos, y comenzamos a rodar. De manera general, quiero precisar que cuando escribimos algo referente a los animales dentro del guión es porque lo hemos visto u observado antes, y sabemos que en algún momento puede pasar. A la hora de ir a rodar somos conscientes de que el animal se puede sentir incómodo ante la cámara, ante ciertas luces, ante ciertas presencias, y hay que esperar hasta que se sienta realmente libre y a gusto. Contábamos con todo eso".
A Nuridsany y Pérennou les conocemos por sus dos documentales, pero han escrito además varios libros, también sobre naturaleza. Por eso, al ver la película surge la duda de si estos directores son científicos que han encontrado en el documental una forma didáctica y amena de difundir ciertos conceptos complejos o, por el contrario, son documentalistas que, para explicarse el caos y el sinsentido, han recurrido al origen, a lo más pequeño.
Claude Nuridsany: "Hemos estudiado Biología en la Universidad de París, pero ya siendo estudiantes nos apasionaba el cine de ficción. Íbamos mucho a la Filmoteca. Cuando terminamos nuestros estudios empezamos a escribir libros y a hacer fotografías, y después realizamos cortometrajes para televisión. Y ahora los dos largometrajes para cine. Lo que buscamos es, partiendo de la naturaleza y de los animales, desarrollar libros y películas que no sean estrictamente científicos o naturalistas, porque el cerebro de cada uno no es estrictamente naturalista o científico, sino que tiene muchas otras facetas. Hemos intentado, partiendo de este material que nos gusta mucho, proponer una visión que no sea simplemente la vida de los animales, sino ver a partir de los animales qué tipo de reflexión podíamos tener sobre nuestra vida, sobre nuestra existencia. Igual no lo conseguimos. Intentamos añadir a este mundo animal algo más íntimo, más personal, más sensible. Porque pensamos que aunque partamos de información científica, esas informaciones científicas no son cosas frías y abstractas, y nos pueden llevar a interrogaciones muy personales y profundas".
Génesis es un documental que no oculta la ferocidad que se da entre los seres vivos, pero también habla de magia y de amor, de defensa y cortejo, de juego, y trasciende un sentimiento optimista de permanencia de la vida a lo largo del tiempo, a pesar de problemas tan acuciantes como la falta de protección de los espacios naturales o la provocación del cambio climático.
Claude Nuridsany: "El universo estará siempre ahí. Yo creo que se puede imaginar que la aventura humana es algo muy importante para nosotros, pero que es algo pequeñísimo dentro del conjunto, del todo. ¿Es que la especie humana no se está destrozando a sí misma? Hubo una época, cuando era crío, en la que se hablaba a todas horas de la bomba atómica, de que existían elementos que podían hacer estallar el planeta 40 veces. Esto sigue existiendo hoy, pero nos hemos acostumbrado. Y quizá el problema es que hoy el hombre sigue sin entender que pertenece a una familia, una familia no compuesta sólo de hombres, y nos seguimos comportando como si la Tierra nos perteneciera".
Marie Pérennou: "Todo lo que tenga que ver con la ecología yo creo que nos concierne a todos. Y en nuestros dos largometrajes no hablamos directamente de ello, pero cuando hablamos entre nosotros llegamos a la conclusión de que a lo mejor al intentar describir la belleza que nos rodea, porque al fin y al cabo no nos hartamos de pensar que este mundo es bonito a pesar de todo, decimos que a lo mejor nuestras películas son nuestra forma de militancia. Claro que es muy importante que haya, además, libros y películas que metan el dedo en la llaga y hablen del tema con dureza. En Francia, nosotros éramos estudiantes cuando nació el movimiento ecologista. En seguida nos suscribimos, nos metimos en ese momento, llenos de esperanza. Decíamos que por fin los políticos que nos dirigían iban a tener la información necesaria y adecuada. Pero 25 años más tarde las cosas han empeorado. Somos por naturaleza optimistas, pero tengo que confesar que desde hace dos o tres años nos sentimos algo más frágiles".
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