Tribeca vuelve a ser el termómetro del documental en 2009
El acceso al cine documental es como las olas de verano: Tan pronto el mar está lleno de olas enormes y furiosas, como de repente el agua está tan calmada que se podría dormir flotando en ella. La primavera ha sido un cúmulo de importantes festivales de cine, uno seguido del otro, y muchos pisándose entre sí. Me hago cargo de que no le habrá pasado desapercibido el aluvión de películas de DocumentaMadrid, por ejemplo, o el glamour de Cannes, que también se vanagloria de incluir películas de no ficción, pero ahora que parece que los festivales están cogiendo fuerzas para el otoño, quiero recuperar un Festival: El de Tribeca. ¿Por qué? Pues porque este Festival es un disparadero de los estrenos que llegan a España en los siguientes meses. Juzguen ustedes mismos si se les abre el apetito o no. Nosotros servimos la mesa. Que aproveche.
El buen tiempo empieza con los almendros y con el Festival de Tribeca. Es un clásico. No sólo fomenta la actividad de una zona entristecida como es la Zona Cero de Nueva York, sino que además más de la mitad de su selección son documentales. Y vamos con la primera película documental que queremos compartir con ustedes. Su título es muy parecido al del exitazo “Slumdog Millonaire”, pero no por vista comercial, sino por puritita casualidad. “Shadow Billionaire” cuenta la historia del billonario Larry Hillblom, fundador de la empresa de transporte de documentos “DHL”. Primero, esta empresa creció contra todo pronóstico, debido al monopolio de correos en un momento en el que no existían aún faxes ni móviles ni internet. Hillblom, niño excéntrico donde los haya, y terrible piloto (si es que recibió clases alguna vez), desapareció tras un segundo impacto de su avioneta. Hasta ahí la historia de un hombre que da un giro a su vida, desde el barrio más paupérrimo, hasta los chalets más despampanantes frente a la playa. Pero en medio de todo este sueño americano se dibujó una zona gris de misteriosos acuerdos, dudosa moralidad, hijos ilegítimos, prostitución, y quién sabe qué más.
La siguiente película de la que les vamos a hablar no es no documental, pero está rodada en blanco y negro al estilo documental e improvisado del más puro John Cassavetes: amores surgidos de encuentros fortuitos, traiciones, secuencias apasionadas en el metro, ligerezas y, como hicieron primero Lars Von Trier e Isabel Coixet, la película está salpicada de canciones y coreografías en medio de cualquier parte para huir de la realidad. Su título: “Guy y Madeline en un banco en el parque”. Y su razón de ser es el amor y la música, mucha música.
Y vamos ahora con la película más dura, y con mejor fotografía, del Festival de Tribeca: "Garapa". El documental comienza con la siguiente sentencia: Hay dos formas de morir de hambre. Una, es no comer en absoluto. La otra es no tener comida suficiente para dar al cuerpo todos los nutrientes que necesita, permitiendo a la muerte actuar de forma lenta, pero eficaz. Según las estadísticas, por este último método, 1.400 niños mueren en el mundo durante el tiempo que dura la película.
Habla el director de "Garapa", en el Festival de Tribeca, José Padilha: “Mi anterior documental, 'Bus 174', trataba sobre un niño de la calle que secuestró un autobús. Hice la película desde la perspectiva del niño, era realmente sobre la vida de este secuestrador. Un amigo mío vio la película y dijo que deseaba que algún día alguien hiciera una película sobre el hambre desde la perspectiva de los que pasan hambre. Es una perspectiva que no es intelectual, pero es afectiva, y te permite realmente saber lo que palabra 'hambre' significa. Nosotros no sabemos lo que es porque sólo tenemos acceso a los números, no a los rostros. Así que dije, ok, vamos a hacerlo. Y así es cómo 'Garapa' nació”.
“Elegí tres familias que vivían en distintas condiciones. La familia de Lucy vive en una gran ciudad, Fortaleza. La de Chichina vive en una ciudad muy pequeña cerca de la frontera de Brasil. Y la tercera familia vive en medio de ninguna parte, básicamente. Así podemos mostrar las diferencias entre ellos y, además, las semejanzas de lo que pasa con las familias de distintos entornos, pero que se tienen que enfrentar al mismo problema. Encontré a estas familias por azar. Fui a los lugares donde va la gente a por comida y les pregunté si podía filmar. No hice un viaje primero para hacerme con el terreno. Fui directamente, con el equipo al completo, y empezamos a grabar a las familias que nos permitieron hacerlo. El equipo era yo mismo, un cámara, un asistente de cámara, y el sonidista. Así que cuatro personas”.
“Filmé durante 45 días porque en ese tiempo pude cubrir suficiente de las tres familias, yendo de una a otra. El ciclo económico de las familias es mensual, en cualquier sitio, y para las familias en Brasil también lo es porque algunas de ellas reciben ayudas del Gobierno cada mes. Nos levantábamos a las 4 de la mañana, conducíamos al menos una hora hasta las distintas localizaciones, así que tomábamos desayuno, pero luego no comíamos nada durante el resto del día hasta que parábamos al caer la luz. Psicológicamente fue muy duro hacer esta película para todo el equipo, pero entonces piensas en ellos, es decir, si es duro para mí hacer esta película, cómo debe de ser de duro para ellos vivir así. Todo adquiere sentido al comparar. Y además yo necesitaba ayudarles después de la película. Y la película les pertenece a ellos. Financieramente les pertenece. Así que se estrenará en los cines, el dinero derivado de las emisiones en televisión... Es su película, no mi película”.
“Lo más difícil para mí no es sólo una de las condiciones en particular, sino el hecho de que es lo mismo cada día. Eso es lo que es duro para mí. Psicológicamente fue duro. Porque vas allí y de forma inmediata ves la dimensión del problema que tienen esas familias, y entonces te das cuenta de que el problema no va a desaparecer, no es como un problema que tengo y que lo voy a solucionar. Se va a repetir a sí mismo, día tras día, a no ser que alguien venga de fuera y lo empuje. Una de las cosas que esta película me enseñó es que si vamos a solucionar el problema del hambre, tenemos que hacerlo de forma deliberada. No un proceso automático, un proceso económico, va a solucionarlo. Nosotros tenemos que decidir resolverlo. Tenemos que ir allí y ayudar a esas familias, deliberadamente. De otro modo, va a continuar siendo lo que ha sido hasta ahora, que es, día tras día, lo mismo. Para mí era: Voy a volver a la localización y ya sé de hecho lo que me voy a encontrar”.
“Garapa, en la antigüedad, era azúcar de caña y agua, el zumo del azúcar de caña. Pero no hay más azúcar de caña disponible allí, así que se sustituyó por alcohol. Esas familias sobreviven, una gran parte del tiempo, basando su alimentación en azúcar y agua, que es todo lo que tienen. Garapa es como llaman a la bebida en Brasil, e incluso aunque se trata de una palabra portuguesa, es algo universal, así que si vas a Asia o a cualquier lugar en el que se padezca hambre severa, o malnutrición crónica, vas a encontrar familias que sobreviven con azúcar. Es la manera más barata de comprar calorías. Tradicionalmente, el noreste de Brasil ha tenido siempre problemas, el problema del hambre, porque es un terreno muy seco. Hay causas económicas. En cualquier lugar al que vayas, va a haber geográficas o económicas o sociológicas explicaciones del hambre. Es importante entender eso. Pero mi película, con mi película no vas a entender qué causas originan el hambre porque he preferido considerar el hambre como un hecho que les viene dado a ciertas familias, y ver cómo se comportan, y cómo el hambre les afecta negativamente, con lo que la gente puede entender cuán paupérrimo es vivir así. El Gobierno de Brasil da 25 dólares a cada familia que está en la lista del programa contra el hambre. 25 dólares al mes. No importa cuántos niños tengas, es la misma cantidad para todos. Mucha gente en Brasil no tiene documentos, así que si no tienes documentos, no tienes D.N.I., y si no tienes D.N.I. no te puedes apuntar en el programa de alimentos, por lo que no obtienes la ayuda del Gobierno. No sabemos cuánta gente no tiene documentos. Preguntamos al Gobierno pero ellos no tienen la cifra. 'Garapa' se ha estrenado en Brasil el 29 de mayo, y espero conseguir un distribuidor en todas partes”.
Y si pensaban que lo campos de concentración de ideología nazi eran cosa del pasado, para abrirles los ojos llega “Yodok Stories”, la película que cuenta con los testimonios de algunos de los que han logrado escapar de los campos de Corea del Norte.
“Yodok Stories” saca a relucir los hábitos de un régimen dictatorial que ha promovido la existencia de campos tan grandes como la mitad de Seúl, y en los que ha habido gente maltratada durante diez, veinte e incluso treinta años. Algunos de los que escaparon reconocen que comieron los cuerpos de niños y compañeros para poder sobrevivir, y cómo vivieron en un lugar en el que hasta el suicidio está penado y conlleva represalias fatales para las familias. Estas historias, por supuesto, no se pueden contar, están prohibidas, y de ahí que algunos recurran a la imaginación y fabriquen globos aeroestáticos con bolsas de basura, que utilizan para enviar al exterior panfletos y fotografías que documentan la realidad del horror que están viviendo. El documental “Yodok Stories” viene a apoyar esta reivindicación y está difusión de la información, y el título de la película es el título del musical que representa esta tragedia, un musical que ha viajado por distintos lugares del mundo, y que se ha convertido en el más exitoso de Corea del Sur. El director y los intérpretes están perseguidos por el Gobierno.
Y vamos a terminar esta sesión de los puntos fuertes del Festival de Tribeca con la película documental que más nos ha gustado, todo un ejercicio de manipulación creativa, en la imagen, en el guión, y en el montaje. Se titula “Antoine”, su directora se llama Laura Bari, y su protagonista es un niño de seis años, Antoine, ciego, y que, convertido en detective privado, graba todos los sonidos que se encuentra a su alrededor.
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