“Sally Gross. El placer de la quietud”: Danzad, danzad, benditos
Sally Gross
Decía el cineasta francés Dominique Delouche en la retrospectiva que el Film Society of Lincoln Center de Nueva York organizó sobre él a finales del mes de julio, que la primera vez que asistió a un ballet en la Ópera de París cuando era aún un niño, ya llegó a la conclusión de que aquellos seres que movían sus cuerpos con un dominio extraordinario eran sin duda gentes hechas de un material superior, más poderoso, portentoso y sofisticado.
Música y danza son áreas especialmente atractivas para el registro documental. Delouche ha consagrado casi toda su obra a reflejar el toque maestro del ballet clásico. Otros, como la directora Sumiko Haneda (una de las galardonadas con el Premio Madame Kashiko Kawakita, por su aportación al cine japonés, junto a nombres como Akira Kurosawa, Yohi Yamada, o Shohei Imamura), se han acercado a la danza entendiéndola como compendio de esfuerzo físico, belleza, sensibilidad, carácter, inteligencia, y tradición cultural. Fue en “Akiko, retrato de una bailarina”, donde acompañó los desvelos de Akiko Kanda. Su marcada personalidad y su intención de añadir a la danza un toque personal son características que también se le pueden atribuir a la coreógrafa neoyorquina Sally Gross.
Corte de la película: Deborah Jowitt, crítica de danza del “Village Voice”: “Era una fuerza poderosa que estuvo en escena del año 62 al 64. Había un clima muy vital donde se rompían tabúes, y se hacían declaraciones políticas sobre el arte, lo que una danza debería ser y lo que no debe de ser... Y quién podía ser un bailarín, en una especie de democratización del uso del cuerpo”.
Sally Gross, poco conocida en los centros de “rumorología” del escándalo es, sin embargo, una figura de talento sobrecogedor que ha protagonizado y concebido piezas de enorme fuerza visual y poética. Además le acompaña su cercanía creativa a los más que famosos Jack Kerouac y Allen Ginsberg, como en la película en la que aparecen los tres, titulada “Pull My Daisy” (pueden verla completa en este enlace). Y es que basta citar dos de sus obras, “Letter to Esther” (“Carta a Esther”) o “Stopped in her tracks” (“Detenida en sus huellas”), de las que hay copias en la biblioteca Lincoln Center de Nueva York, para dejarlo a uno obsesionado por largo tiempo, o quizá para siempre, con su trabajo.
Sally Gross: “En la película cuento que mi hermana murió de forma repentina, y yo estaba haciendo la mayoría de mis espectáculos en el estudio en aquel momento. La gente estaba al pie de las escaleras, lo que quiere decir que no mucha gente podía ver bien. Y una de las ideas fue colocar espejos sobre la escalera, para que la gente que estaba más atrás, si no me podía ver, podría ver mi reflejo en los espejos. Pensé que era una oportunidad para dar las gracias a mi hermana, y supe que nunca más iba a poder filmarlo. Mi hermana, de hecho, era la mayor, y yo la menor de 8 hermanos. Comprendí con el tiempo que ella hacía las veces de mi madre, y mi madre la de abuela. Así que fui muy afortunada porque me crié con mi madre y con mi abuela. Esto significó mucho para mí. Su pérdida fue devastadora y este vídeo fue una forma de tener, tan sólo volver a tener un momento con ella”.
Corte de la película: Periodista: “Fui a ver una actuación suya y me enamoré. Era un dúo. Su hija, Sidonia, estaba sentada en una silla alta, y con mucho cuidado y lentamente Sally le cepillaba el pelo rizado. Pensé: guau, esto es realmente extraordinario. No sé por qué me impactó tanto. Era muy simple. Había dulzura, pero no caía en el sentimentalismo. Y pensé que alguien capaz de crear una danza sobre peinar el cabello de su hija, tenía que ser muy especial”.
La influencia en el baile de Sally Gross es variada y va desde el colorismo de la danza española y sus deseos de aprender flamenco, hasta la cultura vanguardista experimental norteamericana...
Sally Gross: “La película termina conmigo trabajando con el director de teatro experimental Joe Chaikin, que tuvo una gran influencia en mi vida. Analicé su trabajo durante muchos años. Su familia fue muy generosa permitiendo que utilizara la grabación de sus ensayos como documentación después de morir”.
... Y sobre todo han marcado su obra los acontecimientos más íntimos de su biografía, desde que su familia judío-polaca llegó sujetándose los bolsillos al Lower East Side del Nueva York de finales de los años 30, cuando vendía frutas con su padre por Manhattan.
Habla Albert Maysles: “Éste es un momento en que quiero dar las gracias a Sally. Ella fue una persona tan excelente, cooperativa y talentosa... Estoy contento porque filmamos algo de su arte, su quietud y su emoción. Completamente lo contrario a todos los movimientos y ejercicios gimnásticos de las imágenes que vemos en la televisión comercial, donde todo se está moviendo, pero nada sucede. Con Sally, cuando uno lo piensa, todo ocurre en el baile, y todo ocurre en el que mira, en tu corazón y en tu alma. A través de su particular mirada, uno puede conectar perfectamente con ella y con su talento”.
Hace unos años, el director de documentales Jon Else fue en busca de Albert Maysles para que colaborara con él en un proyecto llamado “Bajo Coste – Alta Calidad”. Como se imaginan, el objetivo era crear una película de no ficción utilizando la tecnología digital, y demostrar que se puede hacer una película impecable con un bajo presupuesto. Y, en el año 2004, Albert Maysles dio con la idea perfecta mientras atendía uno de los espectáculos de Sally Gross, y empezó a grabarlo a escondidas con la pequeña cámara digital que siempre lleva con él. En sus más de 50 años de carrera, Albert Maysles ha grabado distintos enfoques de la música y de la danza. La última vez, fue el cámara invitado por Martin Scorsese, para plasmar, en “Shine a Light”, el concierto de los Rolling Stones en el Teatro Beacon de Nueva York. Y ahora, Maysles está metido, junto al director Bradley Kaplan, en el estudio de grabación del grupo pop-punk “Full Out Boy”, del que el director no conocía absolutamente nada, y al que le separa un salto generacional de 50 años. Pero es lo mismo que le pasó en el año 1964, cuando recibió una llamada de una televisión británica en la que le preguntaban si le gustaría hacer una película documental sobre grupo de rock, recién llegado a Norteamérica, y llamado Los Beatles. Albert se apartó el teléfono un momento, se giró hacia su hermano David, y le preguntó: “Oye, ¿quiénes son Los Beatles?, ¿te suena que sean buenos?”. Pues ahora, con Sally Gross, se le planteó un nuevo reto.
Albert Maysles: “Quizá tengo una forma especial de mirar a la película y al arte de Sally, especialmente porque hace muy poco publiqué un libro con mis fotografías, de manera que soy ambos, fotógrafo y cineasta. Y Sally es igual en eso, con su quietud ella puede expresar lo que una fotografía, a veces mucho más de lo que puede expresar una película. Y a la vez, tiene movimiento, su arte es como la bendición de ver una película bien hecha”.
Las confesiones de Sally Gross, el desarrollo de su coreografía mientras prueba y experimenta y da libertad en los ensayos, la inspiración o la influencia en la danza de otras artes como la escultura y la literatura, y las declaraciones de críticos de danza, colaboradores, y amigos, hacen que esta película sea el primer acercamiento a una de las figuras claves de la vanguardia de la danza. Igual que en la poesía, las pausas dan ritmo a la lectura, en la danza de Sally Gross, la quietud es la que marca el movimiento. Y, poco a poco, tendrán cada vez más oportunidades de verlo ustedes mismos. Lo cuenta la productora de la película, Tanja Meding: “Esta película se va a emitir en el Canal 13, de PBS. Estamos muy contentos. Empezamos hace un año con el estreno en Locarno, la película ha viajado por el mundo, Sally fue a Israel y a Ámsterdam a presentarla. Y una cosa más: Si quieren ver a Sally ‘en vivo’ marquen noviembre en el calendario”.
Sí, marquen noviembre para hacerse un viajecito porque “Sally Gross and Company” actuará con dos solos, un dueto, un trío y un cuarteto (cinco números en total en cada espectáculo), en el Joyce Soho Theater, de Nueva York, del día 13 al 16 de noviembre.
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